Los orígenes de la
semiótica se perciben difusos y se confunden en la filosofía antigua.
Analizando la etimología de la palabra semiología, se encuentra que deriva de
la raíz griega semeîon (signo) y sema (señal), lo cual indica que en términos
generales la semiótica se ocupa del estudio de los signos (Barthes,1971). En
una de sus acepciones más antiguas, el término semiología fue acogido por la
medicina y se usó para designar el análisis de las manifestaciones o signos de
las enfermedades.
Fue Platón (428-347 a. de C.), quien expuso
su doctrina en forma de diálogos -quizás porque en su época predominaba la
forma de comunicación oral y porque el diálogo es la forma de escribir que más
se asemeja al habla-, y definió el concepto de signo en el diálogo de Sócrates,
Cratilo, donde se discutía acerca del origen de las palabras y la relación
existente entre estas y las cosas denotadas.
Pero, el análisis
semiótico no es sólo un acto de lectura, sino más bien un acto de exploración
de las raíces, condiciones y mecanismos de la significación. Hacer semiótica
significa identificar los distintos componentes de la semiosis, clasificar los
distintos tipos de signos y analizar su funcionamiento en los diferentes
contextos en los que se desarrolla.
La semiosis incluye todas las formas
de creación de significado -las imágenes, el lenguaje corporal y también el
lenguaje-. Podemos entender la vida social como una serie de redes
interconectadas de prácticas sociales de diferentes tipos. Todas las prácticas
son prácticas de producción que constituyen los escenarios en los que se
produce la vida social, ya sea ésta económica, política, cultural o de carácter
cotidiano (Fairclough, 2003: 179, 180).
No obstante, unos
llaman semiótica a lo que otros llaman semiología, pero más allá del nombre
interesa la semiótica como una práctica analítica mediante la cual se puede
entender la cultura. Mientras en Estados Unidos, Charles Sanders Peirce denominó
la disciplina semiótica, Ferdinand de
Saussure, prefirió el de semiología
para el ámbito europeo.
Para Peirce
(1839-1914), matemático y lógico simbólico norteamericano, la semiótica era la doctrina de la naturaleza esencial de las variedades fundamentales
de toda posible semiosis. De otro lado, Saussure (1857-1913), catedrático
de la Universidad
de Ginebra, se preocupó por examinar las características del lenguaje como
regla gramatical y como símbolo y cultura. En el campo de la lingüística,
Saussure se enfrentó a las ideas del siglo XIX, fundadas en una consideración
histórica y comparativa de las lenguas. Según él, lo que había que estudiar era
el sistema de los elementos que componen el fenómeno lingüístico; sistema de
carácter abstracto y autónomo con respecto al sujeto hablante y al objeto
significado.
También, consideró que
los elementos lingüísticos surgen después de las reglas y que una lengua está
determinada por las normas de combinación de sus elementos. Las consideraciones
de este teórico del lenguaje contribuyeron a crear una amplia forma de estudio
del pensamiento denominada estructuralismo.
A pesar de las
divergencias conceptuales, sintetizamos diciendo que se llamó semiología a la
disciplina que tenía por objeto el estudio del signo lingüístico, su
significado y significante (Saussure), y en cambio se llamó semiótica a la
disciplina que se ocupaba del estudio de los códigos sociales en relación con
el objeto, el representante y el interpretante (Peirce, Frege, Russell Odgen y
Richards, Morris, Carnap, Wittgenstein, Tarski, etc).
Fue quizá esta
diferencia la que configuró el campo de la semiosis y le permitió moverse desde
perspectivas como la propia lingüística de Saussure y Peirce, la terminología
de Algirdas Julien Greimas y J. Courtés, las matemáticas de Shannon, C. y
Weaver, W., la filosofía de Ludwig Wittgenstein, en fin.
Otros aportes, como
los del antropólogo francés Claude Levi-Strauss (1908) sobre el inconsciente
colectivo, sirvieron para la definición de leyes universales como expresión del
orden de los fenómenos y su unión dentro de los sistemas. Por su parte, el
semiótico Charles W. Morris (1901-1979) concibió el estudio de la teoría de los
signos, o semiótica, a partir de tres disciplinas: la sintaxis, la semántica y
la pragmática. La primera trata de
signos no interpretados y sus relaciones; la segunda de los signos en su
relación con los objetos designados; y la tercera, de los signos interpretados,
es decir, aquellos a los que se les asignan significaciones y, por tanto, están
relacionados con los sujetos que los usan.
Por su parte,
Sigmund Freud (1856-1939), neurólogo y fundador del psicoanálisis, se apoyó en
la lingüística al reemplazar el método hipnótico por la libre asociación, en la
que el paciente relata sus pensamientos tal como se producen. Dicho trabajo,
que se fue perfeccionando desde 1895 hasta 1900, le sirvió a Freud para separar
conceptos como la necesidad y el deseo, y para dedicarse plenamente al estudio
de los seres humanos y los problemas de la cultura asociados a la pulsión.
Finalmente, tenemos
los postulados de Umberto Eco (1932- ),
quien define la semiótica como una técnica de investigación que explica el
funcionamiento de la comunicación y la significación. Eco plantea el contraste
entre el ocultista que intenta descifrar los signos en la dirección equivocada
y el semiólogo racionalista que explica las representaciones sociales desde una
perspectiva multidisciplinar (Eco, 1985).
Estos postulados no
sólo nos permiten establecer comparaciones entre los diferentes enfoques, sino
que nos sirven para iniciar un análisis sobre la semiosis como parte
irreductible y elemento integral de los procesos sociales materiales.
FAIRCLOUGH,
Norman (2003).
“El análisis crítico del discurso como método para la investigación en ciencias
sociales”, en: Método de análisis
critico del discurso, WODAK, Ruth y Michael MEYER (Compiladores). España,
Editorial Gedisa.